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En la entrega anterior, dejamos en suspenso la pregunta: si un escritor sólo puede usar unos pocos detalles, ¿con qué criterio selecciona los detalles no esenciales? No basta, por supuesto, con decir que los detalles se eligen con la intención de producir el efecto de realidad del que habla Barthes, ya que esto no señala cómo se lleva a cabo dicha selección. Barthes decía que un detalle no esencial cumple dos funciones: la de representarse a sí mismo, y la de representar la realidad (la «ilusión referencial»). Me atrevo a sugerir que además de esas dos funciones hay otras tres que trataré a continuación (…)
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