Para no caer del puente

Una novela nos llega a veces como una fruta de ultramar, envuelta en una protección, una cáscara, y, casi siempre, con un sello. Todo lo cual debemos separar cuidadosamente antes de poder disfrutar de su pulpa jugosa. Una de esas envolturas, que en la jerga de la crítica se llama «elemento paratextual», es el epígrafe, suerte de puente que nos une, y a veces separa, del texto de la novela (…)
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