Archivos de etiquetas: saramago

Para no caer del puente

Un puente indestructible

Una no­vela nos llega a ve­ces como una fruta de ul­tra­mar, en­vuelta en una pro­tec­ción, una cás­cara, y, casi siem­pre, con un se­llo. Todo lo cual de­be­mos se­pa­rar cui­da­do­sa­mente an­tes de po­der dis­fru­tar de su pulpa ju­gosa. Una de esas en­vol­tu­ras, que en la jerga de la crí­tica se llama «ele­mento pa­ra­tex­tual», es el epí­grafe, suerte de puente que nos une, y a ve­ces se­para, del texto de la novela (…)

La personalidad más transparente

Una escultora creando un personaje transparente

El mo­mento en que la fic­ción em­pieza a re­pre­sen­tar el mundo in­te­rior de los per­so­na­jes marca un giro de­fi­ni­tivo en el desa­rro­llo téc­nico de la fic­ción. No me re­fiero al so­li­lo­quio —pre­sente en el tea­tro desde el tiempo de los grie­gos— dis­curso pú­blico, re­gu­lado por con­ven­cio­nes que lo ale­jan del mundo in­te­rior de los per­so­na­jes. Me re­fiero más bien a la re­pre­sen­ta­ción del pro­ceso men­tal de un per­so­naje en una na­rra­ción sin que éste pierda su es­ta­tuto privado (…)

El camino menos recorrido

The Road (la película)

La no­vela de ca­rre­tera tiene un largo pe­di­gree que em­pieza desde la pu­bli­ca­ción misma de Don Qui­jote. Dos com­pa­ñe­ros de viaje, casi siem­pre con per­so­na­li­da­des muy di­fe­ren­tes, via­jan jun­tos a un des­tino que no es tan im­por­tante como la tra­ve­sía que los une. Es el caso de The Road de Cor­mac Mc­Carthy, tra­du­cida como La ca­rre­tera por Luis Mu­ri­llo Fort, una tra­duc­ción que como po­cas res­peta las con­ven­cio­nes na­rra­ti­vas del ori­gi­nal. Me atrevo a su­ge­rir que este tema tan an­ti­guo ad­quiere gran parte de su po­der de per­sua­sión en La ca­rre­tera gra­cias a las he­rra­mien­tas na­rra­ti­vas a las que Mc­Carthy echa mano (…)

Literatura «Light»

Shaiya Light

Hay quie­nes van a leer el tí­tulo como un oxí­mo­ron. Sin em­bargo, lo que el tí­tulo apro­ve­cha es que de las dos pa­la­bras, la que más llama la aten­ción es «light», aun­que de­be­ría ser al re­vés. Esto se debe a que la ma­yo­ría cree­mos sa­ber de qué ha­bla­mos cuando ha­bla­mos de li­te­ra­tura. Las co­sas se agra­van cuando apa­re­cen quie­nes, to­mando por sen­tado el sig­ni­fi­cado del tér­mino, se sien­ten im­pul­sa­dos (por ese celo qui­jo­tesco que de vez en cuando nos mueve a to­dos) a se­pa­rar el trigo de la paja (…)

Los ortodoxos del lápiz rojo

Diálogo en la ficción

Re­sulta cu­rioso que la pa­ra­doja de ha­blar por es­crito nos pa­rezca tan na­tu­ral. Quizá se deba a que re­sulta in­tui­tivo re­co­no­cer que el diá­logo en la na­rra­ción goza de un sta­tus di­fe­rente del diá­logo en la vida real. Sin em­bargo, hay al­gu­nos es­cri­to­res que se ago­bian de­ma­siado en su in­tento de «cap­tu­rar» la reali­dad, sin darse cuenta de que el diá­logo en fic­ción es una crea­ción ar­ti­fi­cial que sólo puede crear el «efecto de reali­dad» del que ha­bla Barthes (…)

Nuestras vidas son las historias…

Retrato en guía telefónica (Alex Queral)

Una de las teo­rías con­tem­po­rá­neas so­bre la for­ma­ción del su­jeto dice que no so­mos más que las his­to­rias que nos con­ta­mos so­bre no­so­tros mis­mos. Este pro­ceso, que tiene mu­cho de in­ven­ción, se­ría la base de nues­tra iden­ti­dad. Tam­bién so­mos aque­llos jui­cios, preo­cu­pa­cio­nes e ideas re­cu­rren­tes que apa­re­cen en nues­tra mente cuando la de­ja­mos va­gar por cuenta propia (…)