Hijos de Babel

A menos que uno sea políglota resulta imposible no tener que leer traducciones. Muy pocos tienen el tiempo, o la inclinación, de dedicar dos años al estudio del ruso para leer con cierta fluidez a Tolstoy o Dostoievsky. Esta relación de dependencia hacia los traductores ha hecho que éstos sean objeto de diversas acusaciones. Sugiero, por un lado, que sería bueno que de una vez por todas la industria editorial le diera al traductor el lugar que se merece, en términos de reconocimiento y remuneración. Pero también me atrevo a sugerir que muchas de nuestras críticas parten de una visión un tanto parcial de lo que significa la traducción literaria (…)
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