Monstruos de latón

Frankenstein: «monstruo de aspecto»

Desde los fa­mo­sos cí­clo­pes que apa­re­cen en el li­bro nueve de la Odi­sea, hasta el inol­vi­da­ble Drá­cula de Bram Sto­ker, pa­sando por el in­mor­tal Fran­kens­tein de la no­vela epó­nima de Mary She­lley, los mons­truos han sido ob­jeto de fas­ci­na­ción en li­te­ra­tura. Es­tos mons­truos, por ser tan di­fe­ren­tes de quie­nes nos con­si­de­ra­mos «nor­ma­les», son como los ani­ma­les ra­ros de un zoo­ló­gico, que mi­ra­mos fas­ci­na­dos, in­clu­sive con cierto ho­rror, pero que al fi­nal nos dan la sa­tis­fac­ción adi­cio­nal de re­cor­dar­nos que no so­mos como ellos (…)

Para no caer del puente

Un puente indestructible

Una no­vela nos llega a ve­ces como una fruta de ul­tra­mar, en­vuelta en una pro­tec­ción, una cás­cara, y, casi siem­pre, con un se­llo. Todo lo cual de­be­mos se­pa­rar cui­da­do­sa­mente an­tes de po­der dis­fru­tar de su pulpa ju­gosa. Una de esas en­vol­tu­ras, que en la jerga de la crí­tica se llama «ele­mento pa­ra­tex­tual», es el epí­grafe, suerte de puente que nos une, y a ve­ces se­para, del texto de la novela (…)

La subversiva Sra. Highsmith

Patricia Highsmith, joven y desinhibida

Uno de los mi­tos he­re­da­dos del ro­man­ti­cismo es la idea de que al­gu­nos gran­des ar­tis­tas no son re­co­no­ci­dos en su tiempo. Vin­cent Van Gogh pa­rece ser una prueba irre­fu­ta­ble de que esto es ver­dad. Sin em­bargo, me pre­gunto cuán­tos gran­des ar­tis­tas per­ma­ne­ce­rán para siem­pre des­co­no­ci­dos. Me atrevo a ha­cerme esa pre­gunta por­que no basta con que un ar­tista tenga ta­lento; tam­bién es ne­ce­sa­rio que el cir­cuito co­mer­cial, el crí­tico, o am­bos, lo rescaten (…)

II">Herramientas de escritor II

II">La legendaria Olivetti Lettera 32 de Cormac McCarthy

En la en­trada an­te­rior plan­tee los dos pro­ble­mas de di­seño que aque­ja­ban a to­dos los pro­ce­sa­do­res de texto hasta hace muy poco. En gran parte por­que no ha­bían sido di­se­ña­dos con las ne­ce­si­da­des del es­cri­tor en mente. Fe­liz­mente es una si­tua­ción que em­pezó a cam­biar el año 2003 (…)

Herramientas de escritor I

Escribiendo a la antigua

Po­dría pa­re­cer que con la apa­ri­ción de la compu­tadora per­so­nal los es­cri­to­res de­bie­ron ver so­lu­cio­nado dos de sus gran­des pro­ble­mas. La nueva tec­no­lo­gía nos sólo pro­me­tía si­len­ciar de una vez por to­das la rui­dosa má­quina de es­cri­bir sino tam­bién eli­mi­nar la te­diosa ta­rea de re­ti­pear un ma­nus­crito des­pués de una ronda de co­rrec­cio­nes. La­men­ta­ble­mente, hasta hace poco, las he­rra­mien­tas de es­cri­tor eran, por lo me­nos, insuficientes (…)

Recordar el futuro

Joseph Conrad

De­cir que una no­vela pu­bli­cada en 1907 ha sido una de las más ci­ta­das en los me­dios an­glo­sa­jo­nes con mo­tivo del 11 de se­tiem­bre del 2001 puede so­nar a exa­ge­ra­ción gra­tuita. Sin em­bargo, ése es el caso de El agente se­creto de Jo­seph Con­rad. Re­sulta in­quie­tante que un es­cri­tor que to­da­vía no ha­bía visto las dos gran­des gue­rras del si­glo veinte, ni sus san­grien­tas re­vo­lu­cio­nes, fuera ca­paz de an­ti­ci­parlo en una no­vela que no ha go­zado del re­co­no­ci­miento que se merece (…)

II)">Ahí está el detalle (II)

II)">La maleta era grande y pesada

En la en­trega an­te­rior, de­ja­mos en sus­penso la pre­gunta: si un es­cri­tor sólo puede usar unos po­cos de­ta­lles, ¿con qué cri­te­rio se­lec­ciona los de­ta­lles no esen­cia­les? No basta, por su­puesto, con de­cir que los de­ta­lles se eli­gen con la in­ten­ción de pro­du­cir el efecto de reali­dad del que ha­bla Bart­hes, ya que esto no se­ñala cómo se lleva a cabo di­cha se­lec­ción. Bart­hes de­cía que un de­ta­lle no esen­cial cum­ple dos fun­cio­nes: la de re­pre­sen­tarse a sí mismo, y la de re­pre­sen­tar la reali­dad (la «ilu­sión re­fe­ren­cial»). Me atrevo a su­ge­rir que ade­más de esas dos fun­cio­nes hay otras tres que tra­taré a continuación (…)