El americano impasible
Se dice que Graham Greene era un escritor que planteaba sus narraciones de una manera cinemática. Él mismo afirma que, por lo menos en dos de sus novelas, empleó el método del reportaje periodístico, más visual que descriptivo. Esto no significa, sin embargo, que sus novelas sean fácilmente adaptables al cine. Parece ser todo lo contrario, por ejemplo, con El americano impasible, que publica en 1955, un año después que la Conferencia de Ginebra decidiera terminar la ocupación colonial francesa, partiendo Vietnam en el Paralelo 17.
Según cuenta en Ways of Escape, la novela tiene origen en una conversación que tuvo con un norteamericano a quien todo el mundo tomaba por agente de la CIA. Los dos habían sido huéspedes del barco de guerra que el Coronel Leroy había equipado con parlantes, un bar y bailarinas para recorrer los ríos vietnamitas. El norteamericano le explicó a Greene que hacía falta una «tercera fuerza» que no fuera ni imperialista —francesa, por supuesto— ni comunista. De regreso a Saigón, Greene vio la novela completa, aunque necesitaría otras tres visitas a Vietnam para reunir el material suficiente.
La novela cuenta la historia de tres personajes. Thomas Fowler, un cínico periodista inglés que parece contemplar con cierto placer la paulatina caída de las aspiraciones imperiales francesas. Alden Pyle, un americano idealista, que cree que puede «liberar» a los vietnamitas, aunque para ello tenga que asociarse con un grupo terrorista. Y Phuong, una joven vietnamita, amante de Fowler, que espera que ocurra el milagro de que éste se divorcie de su esposa para casarse con ella y llevarla a Inglaterra. Pyle y Fowler se conocen en la plaza cercana al Hotel Continental de Saigón, donde Pyle habla con entusiasmo de York Harding, el ideólogo de la «tercera fuerza». Pronto Pyle conoce a Phuong, y se enamora de ella. Como es de esperarse, le promete matrimonio porque piensa que es una forma de «salvarla».
El hecho de que los personajes parezcan representar los intereses políticos en el Vietnam del principio de los años 1950 hace que algunos acusen a Greene de esquemático. Sin embargo, Greene hace lo que todo escritor debe hacer: aprovechar el valor simbólico del material narrado sin perder la dimensión humana de sus personajes. Greene lo logra limitando la narración a la voz de Fowler, quien cuenta la historia en su tono ligeramente cínico, a veces divertido por el idealismo irresponsable de Pyle. La presencia del narrador en la novela es, precisamente, uno de los retos para su adaptación al cine.
De las dos películas que se han hecho en base a El americano impasible, la primera, dirigida en 1958 por Joseph L. Mankiewicz, es una distorsión calculada. Limpiando la imagen de Pyle, a quien lo convierte en un salvador, y agravando a Fowler, a quien transforma en un mentiroso y amargado periodista, la película pisa el territorio de la propaganda pro norteamericana, cosa que llenó de furia a Greene. La segunda adaptación, dirigida por Phillip Noyce en 2001, es mucho más fiel a la novela, aunque dada la necesidad de pasar de un medio narrativo a otro, el director se ver forzado a hacer algunos cambios.
La película fue terminada en 2001, pero debido a los sucesos del 11 de setiembre, la productora Miramax consideró inapropiado su estreno, sobre todo porque la película muestra a un norteamericano organizando un ataque terrorista en el que mueren muchos inocentes. La película se estrena recién al año siguiente, gracias a la campaña del actor Michael Caine, quien interpreta a Fowler con maestría.
Como señalé arriba, uno de los problemas más grandes, desde el punto de vista narrativo, es que la novela está contada en primera persona. Lo cual limita lo que puede saber el narrador, pero también tiene la ventaja de que todo lo narrado está «teñido» por su conciencia, en este caso, de un cinismo no exento de ironía. Pero el narrador en primera persona también puede ocultar información cuando le conviene. Ése es el caso en El americano impasible. La novela abre de la siguiente manera:
Después de cenar me quedé en mi cuarto que daba a la calle Catinat, esperando a Pyle; me había dicho: «Iré a verte a las diez, a más tardar», y cuando llegó la medianoche ya no pude aguantar más y bajé a la calle. Había muchas viejas con pantalón negro sentadas en cuclillas en el rellano: como era febrero, supongo que no soportaban el calor de la cama. Un hombre pedaleaba lentamente en un triciclo de alquiler que avanzaba hacia el río, y también se venían las luces encendidas donde habían desembarcado los nuevos aviones norteamericanos. En la larga calle no se veía rastro de Pyle.
Creo que este ejemplo deja claro que toda la novela estará filtrada por la conciencia —que es como decir los intereses, opiniones, emociones y recuerdos— de Fowler. Pero hay algo más. Cuando uno está por terminar la novela, uno comprende que Fowler ya sabía que Pyle estaba muerto, y que pretendía estar esperándolo para aplacar su propia conciencia. Todo esto es imposible de trasmitir en una película. Noyce decide abrir la película de la siguiente manera:
1. Se ven los créditos principales con un fondo de música vietnamita.
2. Se ve una superposición de Phuong preparando una pipa de opio para Fowler, una explosión violenta, el rostro de Phuong otra vez sobre el fondo de la misma explosión.
3. La imagen disuelve a Fowler, quien, sentado, con cierto remordimiento en la mirada reflexiona. Mientras su voz fuera de cámara empieza a hablar, la imagen disuelve a un exterior nocturno en un puerto. Se ve el agua y detrás las luces.
4. Fuera de cámara, Fowler dice: «No sé qué me hizo enamorarme de Vietnam. Que la voz de una mujer puede ser como una droga, que todo es tan intenso, los colores, los sabores, inclusive la lluvia. No se parece nada a la sucia lluvia de Londres. Dicen que sea lo que uno esté buscando, uno lo puede encontrar aquí. Dicen que cuando uno llega a Vietnam uno entiende muchas cosas en pocos minutos; pero lo demás, hay que vivirlo. El olor, es lo primero que uno nota, prometiéndolo todo, a cambio del alma. Y el calor. La camisa es como un trapo mojado. Uno ya ni puede recordar su nombre, o aquello de lo que uno está escapando. Pero en la noche hay brisa, el río es hermoso; se puede perdonar que uno piense que no hay guerra, que los disparos lejanos son fuegos artificiales, y que el placer es importante. Una pipa de opio, el contacto con una muchacha que quizá le diga a uno que lo quiere. Entonces ocurre algo que uno esperaba que ocurriría. Y desde entonces ya nada puede ser igual.»
5. La cámara hace un desplazamiento vertical para mostrar el cuerpo de un hombre vestido de blanco, flotando boca abajo sobre las aguas que por la oscuridad de la noche se ven negras.
En la novela, las primeras páginas están dedicadas a la presentación de los personajes: Fowler, el narrador; Pyle, el ausente; y Phuong, que ha ido a buscar a Pyle. También se sugiere de inmediato que Phuong ha sido amante de Fowler, pero que ahora está con Pyle. Todo esto se deduce de la interacción que hay entre Fowler y Phuong, a quien encuentra cuando sale a tomar aire, y por las reflexiones propias del narrador en primera persona. El nombre de Phuong, por ejemplo, «significa Fénix, pero ya nada es fabuloso y nada se levanta de sus cenizas». O, «hubo un tiempo en que pensé que ninguna voz de mujer cantaría como la de Phuong.» El hecho de que ellos van a representar otra cosa, así como que el narrador no es confiable, lo vamos a descubrir poco a poco.
La película, por el contrario, trata de realzar la situación política, así como el simbolismo de los personajes. La superposición del rostro de Phuong, por ejemplo, con la explosión que después se revelará como el producto de las maquinaciones del norteamericano Pyle. También se dedica a construir el personaje de Fowler, ya que servirá como punto de vista para la película. El uso del montaje es quizá lo único discutible en esta secuencia ya que telegrafía la asociación simbólica que quedará clara en el resto de la película. También podría discutirse que Fowler diga, «Entonces ocurre algo que uno esperaba que ocurriría», justo cuando cae un cadáver al río.
Hay otras diferencias notables con respecto a la novela. La forma en que se narra la explosión terrorista, por ejemplo, un evento central para la narración. En la película, Fowler está sentado en el mismo café donde conoce a Pyle; en la novela, está en una heladería para norteamericanas. Cualquiera de estos ejemplos sugiere que el cine tiene un registro narrativo muy diferente al de la novela. Mientras que aquél tiene mayor aptitud para presentar una narración audiovisual, ésta presenta mejor el mundo interior de los personajes. La dificultad radica en que la presentación de este mundo interior va mucho más allá de los procesos mentales de los personajes. Incluye algo mucho más sutil: cómo es el mundo según lo ve uno de los personajes. Esta forma de estar en el mundo, que he llamado en otra parte «densidad de experiencia», es la provincia de la novela.
Esto no quiere decir que tanto el cine como la novela no puedan narrar la misma historia. Christopher Hampton, el guionista, que también ha adaptado Expiación de Ian McEwan y El agente secreto de Joseph Conrad, es muy competente para trasladar el contenido narrativo de un medio al otro. Lo que parece más difícil es lograr que la narración del cine capte el tono de refinado cinismo de un narrador, así como la forma en que éste ha distorsionado la historia, sin telegrafiar ninguna de las dos cosas.
Que existan estas diferencias entre los medios me parece saludable, por un lado porque resulta fascinante ver qué hace un director con una novela, pero también porque, seamos francos, hay muchos que jamás conocerían la historia si tuvieran que leerla. El cine, como las catedrales de la edad media, son un mundo audiovisual que pone muchas historias que merecen ser contadas al alcance de todos. Espero que esta breve discusión los aliente a leer la novela, a ver la película, o, mejor, a ambas cosas.
4 Comentarios en “El americano impasible”
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«Pero hay algo más. Cuando uno está por terminar la novela, uno comprende que Fowler ya sabía que Pyle estaba muerto, y que pretendía estar esperándolo para aplacar su propia conciencia.»
Luego de saber lo de Pyle, ya no queda mucho interés por leer la novela…
Impecable nota. Yo lei la novela hace muchos años y me había gustado mucho. Cuando alquilé la película (la version de Noyce) lo hice pensando que me iba a encontrar con una obra menor, pero me sorprendí gratamente al ver que estaba tan bien plasmada la novela. Incluso Fraser, un actor tan poco versátil estuvo excelente en su rol de Pyle.
Felicitaciones por la nota.
En relacion al primer comentario de Oscar… Pyle está muerto desde la primera página de la novela. Al contrario de restar interes esto pone las cartas sobre la mesa y se evita el golpe bajo de matar a Pyle luego de que ya se lo conoce como personaje. En Crónica de una muerte anunciada de García Marquez, pasa algo similar, uno ya sabe que el protagonista está muerto al empezar a leer. Creo que en el caso de The Quiet American es una desición acertada, ya que la novela trata sobre las relaciones personales y politicas y resulta de algun modo irrelevante que Pyle esté muerto, ya que es el drama personal de Fawler lo que guía la novela.
Muy buen post. En Albacete hemos leido la novela en un club de lectura y he venido a tu blog desde el del club de lectura.
Un saludo y gracias.